Hungría


Todo comienza en un oscuro y viejo salón, en el que a Blanca se le ocurre y se le mete en la cabeza que Marta, ella, y yo hagamos un buen viaje...

Consigo una buena oferta y decido quedó, nos vamos a Budapest, durante el viaje en avión sufrimos un conflicto internacional en el que fue protagonista Blanca...

Se inicia todo con mi empeño en que llegábamos ya desde que el avión despegó, y fue continuado con que Marta se despertó de su grandiosa siesta y salta ¡MIRA HEMOS LLEGADO!, a lo que Blanca respondió con un aplauso, y un grito que la gente se despierte que estamos llegando, con tan mala suerte que el húngaro psicópata de delante despertó su demonio interior y se giró y con un inglés mezclado con español gritaba y pegaba puños a su asiento , gritando si Blanca tenía algún problema, estábamos acojonados, nuestro psicópata se tranquilizó... Y cuando aterrizamos todo el mundo comenzó un fuerte aplauso a lo que Marta preguntó: ¿Blanca no aplaudes? Y Blanca respondió: no yo ya he tenido suficiente... Lo dijo tan cómico y tan gracioso que me dió un ataque de risa que me duró hasta llegar al Hostel.

Después de una hora y media peleandonos con la máquina de los tickets de autobuses, acabamos en medio de la nada y a oscuras y como no yo meandome, acabamos con un grupo de españoles que estaban más perdidos que nosotros.

Tras la penosa aventura del autobús conseguimos llegar al Hostel, el peor Hostel de mi vida sucio y horrible parecía la mansión de la familia Adams....

Consigo tumbarme en la cama y echar una mini cabezada, y unos mega ronquidos y el sonido de Blanca diciendo¡yo así no puedo! Seguido de un  Acho Marta tía estas bién?, me dieron un nuevo ataque de risa que no me dejaron dormir.

A la mañana siguiente tras un desayuno y asquerosa visita al sucio baño del Hostel, nos dispusimos a ver la ciudad, Budapest era maravillosa llena de historia, arte y vida, la ciudad atrapaba por su belleza.

Desde la plaza de los héroes, hasta el bastión de los pescadores, pasando por un bonito y mágico paseo por el Danubio, hacían única a la ciudad.

Budapest era única, su gastronomía era pesada pero sabrosa, pero lo que más disfrute de cada momento fue la compañía, desde las caídas de Marta en un barco,  ver como los húngaros odiaban a Blanca y mis constantes ganas de mear hicieron de este viaje único.

Nuestra visita a Budapest finalizó en su estación de autobuses para ver el siguiente destino. BRATISLAVA.

A todo esto dejamos las maletas en las taquillas del Hostel y como no Blanca se dejó la llave puesta en la cerradura de la taquilla.

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